Los cuadros que más me gustan son aquéllos en los que consigo lo que quería.
Como decía Hannibal Smith
Qué satisfacción. Recibir un estímulo, tener una idea, imaginar un cuadro, visualizar qué quieres hacer, pensar cómo lo harás, ponerte a hacerlo, ¡hacerlo!, y que sea -casi- lo que tú imaginaste.
Vivan la planificación, la voluntad, el pensamiento y estas manitas.
Así ocurrió con el Cine Negro, con las nucas, desde luego con el Pez Angustia, en parte con el Pájaro Montes... y creo que la primera vez me ocurrió con ella:
La China -obviamente no es china, quizá japonesa, seguro supermodelo-, aunque puede no ser una obra maestra y no la voy enseñando en exposiciones, me encanta.
Porque quería que quedase así, una foto en blanco y negro con su toque de color (en los labios y la ropa. Pelín obvio, sí). Como un fotógrafo que se acaba de encontrar con el photoshop.
No es la idea más brillante, pero la llevé a cabo.
Además, pinté la cara sin tocarla.
Yo que sé, la quiero. Digáis lo que digáis.
Para los que me leéis en todas las entradas, podéis comprobar recordando Collage Pequeño, que soy capaz de afirmar una cosa y su contraria en una misma semana, las dos veces dando argumentos verdaderos. Y teniendo razón.
El Señor Godel y sus amigos lógico-formalistas me llaman sistema inconsistente e incompleto, creo recordar.