miércoles, 2 de octubre de 2013

Membrillos


Para el bloguero pelma, este cuadro es un chollo.


Con él puedo pontificar sobre la pintura de temporada (todos los otoños llevamos al estudio unos membrillos y unas ramas de la enredadera cuando se pone roja); sobre las rectificaciones y blanqueos (ese fondo azul es de un retrato que se complicó); y sobre los bodegones.






Como de los dos primeros temas ya he hablado, divagaré sobre bodegones.

Poner cosas en un sitio y pintarlas...es como hablar del tiempo, usar lugares comunes. Una vulgaridad tan grande como ser lateral derecho (cuelo una metáfora futbolística por si alguien pensaba tomarme en serio). "Naranja y un jarrón en una mesa", "...Pues parece que va a llover...", "...La primavera es tan bonita, ¿sabes?..", "Flores y libros colocados sobre una tela", "Las tardes de otoño son melancólicas mientras doy vueltas a una taza de café...", "Lo importante es el camino no el destino", "Pieza de caza con racimo de uvas", "Sé feliz". ¡¡¡¡¡Silencio!!!!!

Para mí, es un exceso de lenguaje, no hace falta que me lo cuentes, no es necesario que me enseñes cómo son cuatro membrillos en una mesa.

Pero.
Hablamos de pintura, realmente no hay nada necesario y el tema es secundario.
El valor lo puede dar la elegancia de la pintura.
Busquen a Carmen Laffón.
El valor se puede obtener con la fuerza del dibujo.
Busquen a Mariano Álvarez del Manzano.
Hay laterales derechos con más encanto que 100 extremos izquierdos.
Busquen a Carlos Alberto.

Además, puedes hablar mediante los objetos elegidos, su colocación y tu dibujo.
Si consigues situar armónicamente los elementos en tu cuadro demuestras más capacidad estética que si haces un paisaje que ya está colocado ahí.
Si en lugar de una perdiz sangrante y una figura de Lladró, colocas un papel arrugado o una aceitera oxidada, estás diciendo algo.
Si le das fuerza a la rugosidad de una granada, demuestras que serás capaz de hacer lo mismo con una cabeza o una figura.
Si eres capaz de asentar y dar profundidad a tus cacharritos sobre la mesa, seguro que podrás dibujar calles y edificios.

Hace siete u ocho años hice varios bodegones, uno con un bonsái y una botella de coca-cola, otro con unas ollas viejísimas dentro de una caja de fruta, y otro de la repisa donde tenemos todos los cacharros centenarios heredados de Álvarez del Manzano, ruego a los afortunados poseedores que me manden fotos si leen esto.
Cuando me miro con cariño quiero pensar que al menos fui Chendo

Y ahora, volvedme a decir que hablo poco.



Dedico esta entrada con incontinencia verbal a los prestigiosos bodegonistas David Manjón y María Esquitín. Mi respeto. Yo también hago bodegones.

2 comentarios:

Gonzalo dijo...

Cómo vendemos los bodegones!!! Este no está mal pero prefiero el del bonsai...
Y enhorabuena, vamos aprendiendo a vender el cuadro por el blog!

María Esquitin dijo...

Nunca me han gustado los bodegones; me parecen absurdos, sin sentido, no los entiendo ... no entiendo que tiene de bonito o de maravilloso cuatro cosas expuestas sobre una mesa y me da igual que sean colores perfectos, texturas imposibles o dibujos/pinturas pluscuamperfectas: les tengo manía, no me gustan.
Tengo que reconocer que yo, sería incapaz de dibujar/pintar algo así, y que cuando he coloreado algún lienzo jamás he conseguido, ni por asomo, acercarme a un borrón tuyo ... pero por favor, no dibujes bodegones, no es lo tuyo (o quizás es que no me gusta que alguien con tu talento dibuje algo que no tiene sentido para mi).
Y si lo que yo siento por los bodegones es lo que tú sientes por lo que yo escribo, jajajaaja ... NO ME VUELVAS A LEER, porque te debo parecer más simple que el mecanismo de un cubo, jaajajajaja ... Pero insisto, me encantan tus cuadros y tus dibujos, así que, por favor: no dibujes bodegones.