viernes, 10 de enero de 2014

hay muy poca gente



Érase que estaban el pintor y la artista en el estudio hablando de poesía -levitando, por supuesto- y la cosa derivó en para quién se escribe (pinta), a quién queremos gustar.
No revelaré su opinión. Se lo preguntáis a ella o le pedís que haga un blog.


¿La mía?, no sabía qué decir.
Es mentira que quiera gustaros a todos vosotros, a vuestros descendientes, a vuestros antepasados, y hasta a vuestro perro. ¿Es mentira?
Tampoco es verdad cuando digo, con el modo artistazo activado, que pinto para mí, así que sólo me tiene que gustar a mí y vuestra vulgar opinión me resbala. No es verdad, ¿no?


Además casi nunca sé si mis cuadros me gustan o no. A todos los borraría y los enseñaría en las escuelas en algún momento. No me puedo fiar mucho de mi opinión.
Pero hay algo seguro: Hay gente cuyo gusto hago mío, o que necesito que me sonrían. Hay muy poca gente. Ahora mismo, dos, tres, ¿cuatro? (sin contar los que hablan en mi cabeza y los opinadores inversos -si les gusta blanqueo-).

Este cuadro, un paradismo (¡¡el último!!) con perspectiva extraña y trazo de tinta, estaba en duda. Alguien le sonrió. Ya puedo enseñarlo


 
 Acabo con el  título de la entrada, la canción hay muy poca gente , y los mofletes de Bunbury temblando.

Y usted, ¿para quién pinta, canta, "bloguea", trabaja, escribe, baila, bebe, suda, saca fotos, llora, da saltos, habla, corre, estudia, se peina, sonríe, respira? ¿A quién necesita gustar?
 

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